Kissthemountain #42. «Oscar Caballero – El templo maldito»

Como cualquier niño, me fascinaban las películas de Indiana Jones. Soñaba con ser arqueólogo, descubrir civilizaciones perdidas, viajar a lugares remotos e inexplorados y documentar todos los hallazgos… si, lo se, es mucho soñar, pero todos tenemos sueños y todos hemos sido niños, ¿verdad?.

Nunca me he llevado bien con el asfalto. Crecí en la montaña, desde muy pequeño acampaba y escalaba con amigos, fotografiaba y dibujaba todo lo que me rodeaba, paisajes, animales… luego me dediqué al diseño y la dirección creativa.

Recuerdo en una ascensión cómo mi compañero y yo, cansados y congelados, íbamos concentrados, apenas hablábamos. De pronto me giré y grité:

¿Pero tú has visto dónde estamos?

El paisaje era absolutamente espectacular. El color, la luz…

!Esto no se me escapa!

Eso es lo que intento plasmar en mis imágenes, la belleza sobrecogedora de nuestro planeta. A veces estamos tan inmersos en lo que estamos haciendo que no somos conscientes de dónde nos encontramos, de la inmensidad que nos rodea.

Si a esto además se le añade algún pequeño retoque para enfatizar la singularidad de cada fotografía, las imágenes resultan muy poderosas.

Lo se, se que hay mucha gente que opina que una fotografía no debería retocarse porque, a diferencia de la pintura, por ejemplo, la fotografía muestra la realidad. Sinceramente, no estoy de acuerdo. La fotografía no es la realidad desde el momento en que utilizamos una máquina, un sensor, unos cristales… es por contra una representación de esta. La misma fotografía puede resultar de mil maneras diferentes dependiendo de la cámara, de los parámetros, del fotógrafo… Además, como decía Krishnamurti, existen tantas realidades como personas, porque cada una tenemos la nuestra.

Intento siempre variar de paisajes. Me fascina comprobar la diversidad que existe en el mundo. Cuando termino una serie de fotografías las visualizo todas junto a otras series de otro lugar. Todas las series siguen una pauta de color. En unas predomina el verde, en otras el blanco. Es una especie de deformación profesional que me sirve para comprobar las características comunes de un mismo lugar.

Crear una serie de imágenes me ayuda a contar una historia. No me gusta sólo el hecho de ir a uno u otro lugar, subir una u otra montaña. Me gusta vivir la experiencia, me gusta hablar con un pastor de yaks y que me cuente sus inquietudes, que me diga que qué demonios hago yo allí. Me gusta comer el plato típico del lugar aunque jamás se me ocurriera probarlo por gusto. Me gusta pasar frio junto a una persona que espera el autobús en Laponia y que me pregunte si en España todos jugamos al golf. Son todas esas experiencias las que hacen que los proyectos, viajes y expediciones merezcan la pena.

He hecho kayak en Groenlandia, he vivaqueado sobre hielo a -20º, he hecho rafting en el rio Zanskar, he fundado un club de montaña, he escalado un seismil virgen, he cruzado mares, ríos y lagos helados, he volado en un helicóptero de la guerra de Vietnam, he montado en camello, he rezado en un monasterio milenario, he jugado al fútbol con los Sherpas, he comido en una yurta, he llorado por un dedo congelado, me han atropellado en la India, me he enamorado en Perú.

Así que, nunca llegué a ser como el Dr. Jones, nunca descubrí tesoros ni tuve que escapar de ningún templo maldito pero, de alguna manera, he conseguido mi particular cruzada.